abril 12, 2007

LA PRESENTACIONE DE "SOLO Y SIN BOLSILLOS PARA METER LAS MANOS ANTES DE LLORAR" DE OSCAR LOPEZ

TEXTO, FOTOS: Oliver E. López



La lectura del libro Solo y sin bolsillos… no es nada difícil, se disfruta, se goza, te lleva de página en página hasta el final de la historia, de las historias. Es una prosa por demás resbaladiza y no por que se nos vaya, sino porque nos vamos junto con ella. Una prosa que para los que escriben es envidiable y para los que leen es aceptable. Lo difícil del libro resulta cuando se quiere analizar. En dónde ponerlo, cómo clasificarlo, con quiénes, junto a quiénes. Quizá ese sea su valor, las infinitas lecturas amparadas por las infinitas interpretaciones que ninguna lo sostiene por completo, pero que todas dicen algo de lo que ésta serie de textos representan.

Me limito ahora a señalar algunos aspectos de esta serie de cuentos, no pretendiendo dar la última palabra, sino sólo algunas ideas surgidas a raíz de la lectura y con la pretensión sí última, de vender el libro; y con vender me refiero a invitar a leerlo. Buscaré en dónde ponerlo para invitar a su lectura.

La serie de textos contenidos en este libro bien pueden confundir a muchos lectores, se calificará de morboso y grosero por aquellos espantados por las palabras y las situaciones que plantea el autor. Por aquello feligreses de la doble moral dictada por los sistemas de dominio sobre todo televisión y religioso. Pero quedarse en esa impresión es como ver el dedo y no lo que éste señala. Debemos recordar que la literatura sobretodo la moderna, es mimesis de la realidad, de su hormigueo impuro y fugaz, de su caótica caducidad. Sólo y sin bolsillos se parece a un periódico y a veces hasta un periodicucho de la vida, de su cotidianidad rastrera. Es un descender a la vida cotidiana no para exaltarla ni para rechazarla, sino únicamente para decir que ahí está y la padecemos todos. No hay ningún problema su parecido a las páginas de opinión o el periodismo que además estos se confunden entre sí. Claudio Marabini en su ensayo Literatura Bastarda, recuerda que literatura significa en primer lugar ponerse todo lo posible en la piel de los demás y que todo el acontecer que nos rodea día con día es material que espera a un narrador, Oscar López es ese narrador de la literatura bastarda.



No nos hagamos, la literatura defiende lo individual, lo concreto, las cosas, los colores, los sentidos, lo sensible contra lo falsamente universal que agarrota y nivela a los hombres y contra la abstracción que los esteriliza. Frente a la historia, que pretende encarnar y realizar lo universal, la literatura contrapone lo que se queda en los márgenes del devenir histórico, dando voz y memoria a lo que ha sido rechazado, reprimido, destruido y borrado por la negra marcha del progreso. Podríamos decir que Sólo y sin bolsillos es un catalogo de eso rechazado y reprimido que tenemos en las sociedades actuales. La literatura defiende la excepción y el desecho contra la norma y las reglas; recuerda que la totalidad del mundo se ha resquebrajado y que ninguna restauración puede fingir la reconstrucción de una imagen armoniosa y unitaria de la realidad, que sería falsa y que no la han querido pintar desde siempre.

Por eso es que los cuentos de Oscar después de un disfrute literario son un envite a la reflexión sobre lo que se nos presenta en la vida cotidiana, y el gancho para ello es el desfile de palabras, personajes y productos que todos conocemos: Daniel Santos, Antonio Banderas, Penélope Cruz, El payaso Ricolino, El gato Garfield, el café negro cigarros y chocolates, las barritas Nutri Grain el Conr Flakes, El Hombre Elástico, Greta Garbo, Picachu, Tom Hanks, Dustin Hofman, Coca- cola, Mauricio Garcés, Cigarros Camel Light, entre muchos otros.

Si nos atreviéramos a comparar estos cuentos con alguna pintura yo le encontraría parecido al Jardín de las Delicias del Bosco. Una serie de imágenes que nunca terminamos de contemplar, aparecen personajes, figuras, detalles, maldades, bondades, toda clase de perversiones que deben ser asimiladas, no para seguirlas o imitarlas, sino para detenernos a pensarlas y reconocer su naturaleza junto a la nuestra en una compenetración de lo que somos y lo que hacemos.
Encontramos también en el libro de Oscar el sentido de la irreverencia, el escándalo. En el cuento, “Oficios de buen muchacho” dice:

Primero saqué al imbécil de la cuna, lo hice a patadas porque no soportaba la idea de cargarlo, no paraba de lloriquear, me orilló a graparle la boca, como no funcionó tuve que desgraparlo y cortarle la lengua, pero tampoco, aún así seguía con su insoportable lloriqueo y me resigné a ese inconveniente tan pronto como vi que mi juego era divertido…

Qué decir frente a esos pasajes. Que hay una irresponsabilidad que la literatura reivindica como su derecho inalienable y que protege de la insoportable seriedad de la vida, de sus deberes y sus atosigamientos. La literatura nos enseña a reírnos de lo que se respeta y a respetar aquello de lo que nos reírnos, una muestra es el presente libro.

Una última cosa que quisiera resaltar del libro Solo y sin bolsillos es el contenido mágico que contienen algunos de sus cuentos. De un momento a otro, la ficción de la trivial cotidianidad que nos va narrando da un vuelco hacía lo mágico, hacia lo increíble. No nos damos cuenta y esto por la fluidez de la prosa que maneja el autor, pero de pronto, de la cotidianidad nos encontramos en un mundo diferente que jamás entra en contradicción con lo anterior. De pronto aparecen cosas inconcebibles e inimaginables. Cito dos ejemplos. En el cuento “El ultraterrible ataque de los mancos” el personaje va de viaje con su amigo José Bugambilias y son raptados, dice:


Eran unos gemelos gigantes, como diez torres de Babel, parecían montañas, sus cabezas se retorcían, estaban pegados por las espaldas, sus vergas eran una sección de kilómetros interminables, había millares de penes, desde donde estábamos se podía ver que formaban un cinturón; las criaturas cerraban los ojos y lanzaban quejidos, los hombres, incluidos nosotros, estábamos destinados a complacer sus ansias sexuales…

“A la hora de los gatos” cuenta lo que sacaron de un cajero automático seductor:


Era similar a un ave pero sin alas y en lugar de pico tenía unos labios muy semejantes a los humanos, el color de su piel era púrpura y de una textura muy superior en suavidad a la del mármol. Ya su voz no era la misma, no resonaba excitante en nuestros oídos, no tenía nada sensual, era como la de una niña enferma de algún mal respiratorio, con algo de ternura y agresividad en su tono.

Imaginarios por el estilo encontramos en este libro.
En dónde situar las reflexiones en torno a su lectura es cosa de cada lector. Lo primero es leerlo, disfrutarlo, después, ya veremos.