junio 26, 2006

LA MAYUSCULOSA CULTURA

I

Hablar de cultura es tema que puede abordarse desde diferentes ópticas que van de la más sencilla —como una definición clásica de diccionario— a la más compleja y polémica —considerando todas las vertientes y usos del término. Se puede tratar de la cultura como lo hacen los psicólogos, la antropología, los políticos, la sociología o desde la filosofía.


Quienes más se dedican a tratar el tema y, en algunos casos, los que menos se quieren atorar en su definición, son los antropólogos y los arqueólogos, por ello tomaré en cuenta lo que dicen algunos de los más reconocidos en el tema para luego partir a una definición un poco más general. El antropólogo Vere Gordon dice que ellos definen la cultura como un conjunto de rasgos asociados que se repiten en forma recurrente
[1], pero es claro que se refiere con esto a un trabajo arqueológico de rescatar “la basura” de algunos hombres del pasado, o lo que de ellos quedó, y empezar a fantasear sobre sus formas de vida, delimitar territorios, establecer economías, organización, creencias, cosmovisiones, etc. en sí, dicen ellos, establecer su cultura, y hablan de ella por regiones y épocas delimitadas.

Pero aquí se trata de establecer una definición que acepten no sólo los antropólogos, sino todos los estudiosos del hombre mismo, de la sociedad y de la cultura. Antes de ello quisiera también señalar otra definición común. En su libro El Individuo y la Cultura Marry Ellen Goodman señala que:

la cultura es el conjunto de costumbres practicadas por los miembros de una sociedad. Es la forma particular de vida que es aprendida, compartida y trasmitida por los miembros de la sociedad poseedores de esa cultura. Una sociedad es un número considerable de gente, que se consideran así mismos y son considerados por otros, como una unidad,­­— una tribu o una nación internamente organizada y persistiendo en el tiempo. Cada una de estas unidades del pasado y del presente han desarrollado su propia cultura peculiar, su forma de vida
[2].

Parece que la definición de Goodman es un poco más clara y más general, pero sigue siendo en el ámbito de la antropología, definición destinada a tiempo, lugares y gente.
Es difícil encontrar una definición para que todo el mundo la acepte. Entre las distintas definiciones que se dan sobre el término, hay una serie de constantes que pueden ayudar a definir el concepto.

Partiremos pues de que la Cultura es una actividad, algo obvio, pero de algo se tiene que partir. Esta actividad se entiende como relación entre individuos, de esta relación se deriva una producción o construcción de algo que puede ser el sistema por el que se estructura o se acomoda su vida en el tiempo y el espacio. Entonces la Cultura se convierte en costumbres, en prácticas, luego en tradición y demás productos del quehacer humano, productos materiales y espirituales, esto en tanto como ser social como individual.

De alguna manera la Cultura se entiende como el dominio del ser humano hacia la naturaleza y también como la naturaleza del ser humano, por ello se buscan y se crean los medios, (la tecnología y los materiales) pero este afán por el dominio no es siempre total, es imposible, por ello el hombre también ha creado los medios para sobrellevar su impotencia hacia la naturaleza con creencias sobrenaturales: mitologías, religiones e incluso también los medios para poder sobrellevar el ocio, por ejemplo las artes, aunque en las artes se puede hablar de una conjugación de los diversos matices de la actividad humana. En las artes se conjuga la técnica, la materia, el pensamiento, la creatividad etc, por ello que cuando se habla de cultura muchas personas creen que se trata del arte, y viceversa.

La diversidad de culturas tiene que ver con el tipo de aplicación que dan los antropólogos, aquí sí, el problema es que ya se habla de culturas y no de aquella mayusculosa Cultura. Esta diversidad se da por la relación que hay entre grupos humanos, con el espacio geográfico-temporal. Además la producción cultural o la construcción de la cultura tiene que ver en un momento dado con la herencia de un pasado, con la comunicación e intercambio con otras culturas, el dominio y sometimiento de otras.


II

Cuando se habla de Cultura pienso en muchas cosas todavía más allá de la dificultad que se presenta al dar una definición convincente del término, pienso, o más bien imagino, una especie de monstruo mucho más terrible que aquel bíblico-hobbesiano “Leviatán” que sería una especie de bacteria comparado con lo que presenta la Cultura en general.

Monstruo complejo es aquello que va desde lo que se ve hasta lo que no se ve, todo presente como ejemplos de la Cultura; desde los más rudimentarios y primitivos instrumentos como piedras utilizadas para cazar animales, tallar maderas etc. hasta maquinaria y tecnología superinteligente como excavadoras de pozos, dinamita, medios de trasporte, computadoras y demás cosas. Luego también están las cosas de la mente, o como le llaman: las cosas del espíritu: como las artes, o las que van desde el miedo a los fenómenos naturales, considerándolos divinos y todo poderosos, hasta llegar a la creencia en un dios creador de todo lo existente con todas sus consecuencias como religiones, panteísmo, deísmo, ateísmo y un sin fin de sectas.
Hablamos de la Cultura como producto del hombre, ¿consciente o inconsciente? no lo sé, la hace el hombre, ¿natural o artificial?, da lo mismo, sigue estando ahí el hombre, y siempre pensamos en tradición y costumbres, fiestas conmemorativas o alusivas, formas de hablar, pensar, actuar, en creencias religiosas y científicas, se piensa también en la música, los libros, la pintura, la poesía, el saber o el aprender, se piensa también observando lo que nos rodea, que eso es parte de nuestra cultura: una ciudad, sus casas, calles, autos, formas de vestir, instrumentos, maquinas, radios, televisiones, computadoras, etc. Eso nos ayuda a hablar de la Cultura y de nosotros: qué tenemos, qué hacemos, quiénes somos.

Siempre se cree que la Cultura es algo maravilloso bueno y útil, claro, la hace el hombre para su bienestar y beneficio: sabiduría para entender las cosas, herramientas para facilitar el trabajo y todo eso, ¡que bien!, pero ¿qué pasa cuando la cultura se vuelve contra el hombre?

Jules Henry afirma que el ser humano se esta acabando así mismo por medio de la Cultura, de lo que hace, y de lo que produce. Recuerdo otra vez a Hobbes, El hombre es un lobo para el hombre
[3], pero también me vienen a la memoria las palabras de Séneca: El hombre no muere naturalmente, sino que se mata a sí mismo con tenedor y cuchillo[4]. Para Henrry una de las tantas metas de la evolución humana es el aprender a cuidarse el hombre de sí mismo. Pero hasta hoy poco se ha cuidado, ojala que eso suceda, dice Henrry, antes de que la Cultura misma no acabe con el hombre. Se hacen productos nocivos para el cuerpo y la mente, ejemplos sobran para catálogo, se contamina el ambiente, se destruye para construir, incluyendo seres humanos, hay guerras y etc. Bendito progreso. Hobbes y Séneca siguen teniendo la razón.
El artista Pánico Alejandro Jodorowsky, a mi ver, reforzando las teorías de Jules Henrry, afirma lo siguiente:

El descentrarse para buscar el centro, la furia como llave, la indignación cómo método de vida. El hombre, tras descubrirse no “magnitud dada” sino magnitud propuesta, eleva la rebeldía contra la premura instituida, contra el sentido occidental de tiempo y uso, contra la inaudita agresión que las sociedades practican a sus miembros con el fin de que se renueven los cuadros utilitarios: Es terrible pensar hasta que punto la sociedad tiene necesidad de la muerte. Para obtener trabajo, funerales, industrias, medicinas, la sociedad nos asesina. En México se ha encontrado sangre en esqueletos que tenían cuatrocientos años, y la sangre seguía viva. Si la sangre puede vivir cuatrocientos años, usted puede vivir cuatrocientos años. Me doy cuenta de que durante cuarenta años no he hecho más que prepararme. Pienso que el ser humano tiene necesidad de cien años para realizarse. Y otros cien para realizar algo. Es terrible. Debemos cambiarlo todo, comenzando por uno mismo.
[5]

Hasta aquí las palabras de Jodorowsky, quisiera terminar con algo muy simple que puede resumir todo lo anterior
Leviatán, y me gusta repetirlo, es una bacteria comparado con la mayusculosa Cultura.

Oliver E. López



Bibliografía:

***Vere Gordon Childe. —Evolución Social. UNAM. Méx. 1988

***M. E. Goodman. —El Individuo y la Cultura, conformismo vs., evolución. Centro Regional de Ayuda Técnica. Ed. PAX México/Buenos Aires 1972

***Alejandro Jodorowsky. —Antología Pánica. E. Joaquín Mortíz Méx. 1996


NOTAS:

[1] Vere Gordon Childe. Evolución Social. UNAM. Méx. 1988
[2] M. E. Goodman. El Individuo y la Cultura, conformismo vs., evolución. Centro Regional de Ayuda Técnica. Ed. PAX México/Buenos Aires 1972
[3] Thomás Hobbes. Leviatán
[4] Cita de Alejandro Jodorowsky en La Sabiduría de los Chistes.
[5] Alejandro Jodorowsky entrevistado por Edith Cottrel en 1973, tomado de La Antología Pánica A. J.

junio 25, 2006

UN LIBRO A DOS MANOS

Proximamente un nuevo libro...


Dos autores que se reunen está vez para crear a dos manos una especie de poética de lo más original y chirondolona, como dijera el buen Rockdrigo. La reunión de estos personajes en un texto es de lo más insólito, se espera algo escabroso, tierno, poético pensante y fumado. Tal vez un experimento, tal vez un sistema poético, no se sabe hasta que los lectores le odien o se vean identificados o todo lo contrario, en esto del arte hay para todos.

Se trata de Lucía, mejor conocida como Ximena, y de Oliver E. que se reunen para escribir La metamorfosis de plástico Un libro antes que nada de poesía, pero que dentro de él hay de todo un poco, siendo poético, desafía a la inteligencia y a la lógica racional, pero además, lanza algunas consignas desafiando la naturaleza de nuestros tiempos: la web, los celulares, los Mart, el amor libre, la droga no libre, el arte de aparador, las Barbies, y demás asuntos surrealistas e hiperrealistas. Se trata de un ya viejo y gastado collage, pero no por ello deja de resultar original y novedoso, pues la visión de Lucía y Oliver ante muchas de las situaciones que ahí se presentan marca la diferencia y la originalidad de este libro. Tal vez se vea ya circulando por el mes de septiembre, pero para entonces falltan mucho segundos, así que aquí ponemos una prueba de lo que vendrá y algunas imagenes de estos dos peculiares autores.





Hay moscas para todos

Mi papá, una amiga y yo fuimos de visita a la casa de un amigo de él. Nos recibió y nos quedábamos allí; entonces él nos cuidaba. Pero mi papá se empezó a hacer viejito, y ya no podía hacer nada. Había muchas arañas. El señor hacía casitas para ellas. Había de todo: escaleras chiquitas para que subieran, sus muebles, sus camas, cuartos, baños..., de todo. Y en la cocinita había un refrigerador, así, chiquito, lleno de moscas. Mi amiga y yo le ayudábamos a construir, pegar y pintar la casita. Y mi papá no hacía nada porque estaba muy viejito. El señor no nos dejaba ir, hasta que mi amiga y yo nos subimos a la combi, agarramos a mi papá y nos escapamos de allí.
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Llevo la media vuelta de esta escritura,
de esta ciudad y la estación de la ruta dieciséis
entre las manos sudorosas.
Luces de aparador
derraman en los ojos zoológicos de fantasía.

¿Desde cuándo la escritura es un espectáculo?

Regreso la media noche a mis bolsillos,
espero a que la fiesta se transmute en muerte o viceversa.

Maldita ruta dieciséis
que se roba ilusiones
y las calles son ombligos al aire
hermosos como la rueda que gira sobre mi mano.

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¿Cómo llegaste a mi vida?

Al principio era yo. Sólo yo. Vivía una vida tranquila, con los sobresaltos necesarios, envuelta en relaciones enfermizas y evasiones constantes. Hasta que llegó Ximena. No sé de dónde vino, ni a dónde pertenece. Sólo sé que día con día va usurpando mi cuerpo y sustituyendo mi nombre. Cuando alguien dice a lo lejos "Ximena" volteo yo; esperando encontrar a quien me llama. Y no, no soy yo, no soy Ximena. No lo era...

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Elle se mange froid
se conserva entre las manos
se dedica a congelar tu sangre
todo el frío hierve los latidos

Elle se mange froid
se da vuelta
perfuma con la piel
las sábanas de su siempre ausencia

Elle se mange froid
deja los vientos a la carretera
quita los vidrios del rostro
recoge los papelitos tuertos

Elle se mange froid
mastica lento el corazón
olvida que las amapolas y los tulipanes
lloran de una vez en cuando

Elle se mange froid
deja los pasos al pasillo
gasta las ganas de ganar
juega los jugos como juego

Elle se mange froid
piensa perder precioso
deja debajo los destinos
olvida los olvidos
los traga tramposamente

Elle se mange froid
sus guiños ganan a las ganas
el cielo siente somnolencia
viene viendo vidas perfumadas

Elle se mange froid
se va cuando no viene
vuela
visto está

Elle se mange Froid
se olvida en la silla
sola sólo mira
como contra colores

Elle se mange froid
camina de la mano con la calle
manosea la casa
canta a tres manos juntas.

Elle se mange froid
llega muy temprano
toma posición
el mundo se sostiene

Elle se mange froid
voltea junto con el cabello
esconde lo que no sueña
oculta lo que no es

Elle se mange froid
es enorme gogo
muy grande gogo
terrible gogo

Elle se mange froid
se conserva entre las manos
se dedica a congelar tu sangre
todo el frío hierve los latidos

Elle se mange froid
se da vuelta
perfuma con la piel
las sábanas de su siempre ausencia

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Por fin los encontró, los zapatos rojos.

Cuando era una niña, admiraba a las actrices que desfilaban ante sus ojos presas de personajes absurdos e historias patéticas, ataviadas con jeans ajustados y zapatillas rojas de tacón alto. Se veían tan sofisticadas, tan atrevidas, tan libres, con sus chamarras de mangas abombadas o esas blusas con los hombros caídos; rubias, despreocupadas, frívolas y felices.

Ella no podía ser así porque no le permitían usar tacones, y porque no sabría que hacer con ellos. A los seis años no la invitarían a esas fiestas de chicos de chamarras de cuero y cortes de pelo afeminados que la acosarían y la meterían en problemas.

Este era su momento: los ochenta habían regresado a la moda y esos zapatos existían otra vez. Tenía edad para usarlos y lugares a dónde ir.

Entró a la tienda y los contempló por largo rato. Una vez tuvo unos zapatos rojos de charol con doble correa que usó para bailar vestida de hormiga, con un paraguas estampado y girando alrededor de una fuente de unicel y plástico transparente simulando agua.

No. Estos zapatos eran en serio.

Los usaría para salir con Abril, su novio y el Paro. Se puso los jeans ajustados que todavía le quedaban de la secundaria, alborotó su cabello y se sentó frente a ellos. Los observó unos segundos con una enorme sonrisa, a ellos, los protagonistas de la noche, y los calzó con extrema cautela, para no arruinar el momento con prisas.

Salió, bajó el callejón, volteó hacia ambos lados y, viendo que tenía oportunidad, emprendió la carrera. Sintió que perdía el equilibrio y, sin poder meter las manos para protegerse de la caída, cayó.

No podía hacer otra cosa que revisar si sus zapatos nuevos se habían hecho daño. Los vio y, para su alivio, descubrió que estaban intactos. Sintió que sus pies comenzaban a moverse por sí solos, dejó que la llevaran. Escuchó la música, se entregó al baile, y por las calles de la ciudad avanzó ante la mirada asombrada de los transeúntes atónitos ante el espectáculo. Sentía como los ojos se posaban en ella y, orgullosa de sus zapatillas rojas sonreía y saludaba. Danzó por las calles hasta llegar al lugar de la cita. No estaban allí y supo que nunca estuvieron. Quiso parar, preguntarse por qué le hacían eso justo ahora, en su noche especial, la noche de su triunfo, de su éxito.

Sus pies no le obedecieron. Las zapatillas rojas no dejaban de bailar y la llevaron hasta las puertas de la iglesia mayor. Ahí le esperaba un ciego para explicarle que debía cortarle los pies.

Entonces lo recordó: sólo debía chocar las zapatillas tres veces y decir “no hay lugar como el hogar”.

Sus padres la observaban llorando. Sí. Es ella. Cómo sucedió. Lo hemos visto varias veces. El calzado de mala calidad tiene en los tacones tapas de plástico, no de hule, como debe de ser. Ni siquiera están pegadas; sólo unidas con abrazaderas. Según el forense, su hija cayó mientras cruzaba la calle porque una de esas tapas se desprendió de su zapato y la hizo perder el equilibrio. ¿La ve? Es ésta. Al parecer fue impulsada por la llanta del carro y se le incrustó aquí. Aquí. ¿Sí la ve?
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XIMENA RAPTADA MIENTRAS LEÍA
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OLIVER E. HACIENDO PSICOMAGÍA A LA JODOROWSKY, CON MALOS RESULTADOS DESDE LUEGO PORQUE NO ES ASÍ LO DE LA PSICOGENEALOGÍA.
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NO FALTAN LAS ACALORADAS DISCUCIONES DE LUCÍA CON EL MAISTRO SOBRE TEMAS TRASCENDENTALES DEL ARTE Y LA LITERATURA. EL "MAISTRO", OSCAR EDGAR LÓPEZ, AUTOR DE LOS LIBROS SOLO Y SIN BOLSILLOS PARA METER LAS MANOS DONDE LLORAR Y ELLA AMA LO PUERCO QUE SOY. AMENIZA SIEMPRE UN BUEN VINO ROJO Y DE FONDO LOU REED O LEONARD COHEN, YA DE PLANO ACAPULCO TROPICAL.
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LUCÍA Y OLIVER E.
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LUCÍA POSEIDA POR ALGUNOS ESPÍRITUS MILENARIOS QUE LE HABLABAN SOBRE CEMENTERIOS Y ATAUDES, LA CONCLUSIÓN FUE QUE LA LIBERTAD ES LA CARCEL, QUE LUEGO JAVIER CORCOBADO CANTÓ.
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OLIVER E. CONTANDOLE SUS PENAS AL ETERNO TENI DEL MAISTRO.

junio 08, 2006

El Charco

Texto escrito mientras fluía una discusión en una junta sobre Procesos de selección de aspirantes para ser contratados en la institución "X"
Oliver E. López


No llueve. El vientocalor seca los labios, deshace las manos sobre la mesa. Esperas ahí sentada con tus tacones en la mano a que las ventanas se atrevan a respirar un poco y refrescar tu piel.

Baja la noche hacia la calle y con tus ojos fijos en el horizonte le haces el amor.

Los perros ladran levantando un coro casi angelical para la madrugada.

En unos instantes olvidados, resvala una gota de lluvia por tu rostro y te inunda la piel.

Cominza a llover y cada gota que choca contra tu cuerpo te roba algunos fragmentos.

Poco a poco te confundes con el charco que se forma bajo tus pies. Reflejas una estrella que baila junto con las gotas de la lluvia.

Una nube deja asomar algunos guiños de sol. Ha llovido.

junio 04, 2006

DEFENDER LAS HUMANIDADES DESDE EL HUMANISMO



Oliver E. López


…Lo que tenemos que hacer, es recordarle a los hombres que ellos hicieron la historia, y que por tanto pueden transformarla, es decir, de volverle la dimensión crítica. La crítica de la vida cotidiana, la creación de situaciones en cotidianidad, es la creación de situaciones alternativas a la situación que ofrece el sistema, contra lo homogenizador…
…Hay que provocar, establecer un corto circuito y romper ese círculo opresivo y retomar la acción, retomar el humor, retomar el juego, romper con la solemnidad, sí, pero sin olvidar la dimensión crítica, contestataria, que apunte hacia un futuro, en donde los hombres de un modo consciente proyectivo, puedan establecer la politicidad desde sí mismos, desde abajo a arriba y no como sucede en el mundo presente, de un modo vertical, desde los grandes sistemas de poder monopólicos y los grandes capitostes de estado que secuestran al individuo común y lo envuelven en la fascinación del espectáculo mediático que es el maquillaje.
-Jorge Juanes López- Abstracionismo postpictórico

En el presente texto, resaltaremos los ideales del humanismo renacentista como esenciales en todo humanismo, señalaremos la necesidad de recuperar el estudio de las humanidades en la educación, en una época en la que se ha querido olvidar el humanismo y se ha visto el estudio de las humanidades como una pérdida de tiempo. Siguiendo el análisis de Herbert Marcuse a la sociedad industrial avanzada, ejemplificaremos como el olvido o el hacer menos a las humanidades ha degenerado en una sociedad manipulada y cosificada y que por lo tanto es tarea de todos, principalmente de los académicos y los estudiantes universitarios defender ese humanismo en vías del olvido total.

Durante los primeros meses del año 2005, en España, se ha desatado una importante discusión en torno a las humanidades, específicamente sobre la filosofía. El problema surge a partir de que se promulga la Ley Orgánica de Educación (LOE) en la que se elimina o se sustituye la enseñanza de la filosofía en la educación secundaria y bachillerato. La problemática ha tomado distintos matices; desde los docentes preocupados por su trabajo, hasta las políticas educativas de un régimen socialista. Además de ello, se han suscitado las preguntas —tanto por parte de los docentes como de los estudiosos de la filosofía y la educación— de para qué sirven las humanidades, si es que sirven para algo, si vale la pena la enseñanza de la filosofía en la educación secundaria y de bachillerato, si es necesario eliminarla o reducirla; y si la filosofía o la enseñanza de la filosofía, contribuyen en la formación de las personas para desarrollar sus capacidades laborales técnicas, intelectuales y formar “buenos ciudadanos”, que es el interés del ministerio de educación española y de otros países también.
Las protestas y los reclamos de la comunidad filosófica española y la no-filosófica y no-española también, se han desatado en los últimos meses. Marchas, manifestaciones, mesas de discusión, conferencias, comunicados, publicaciones en los periódicos manifestando el rechazo a la nueva ley. La mayoría de los intelectuales españoles, sino es que todos, rechazan rotundamente esta nueva determinación educativa.
Todo ello no ha hecho más que enriquecer el discurso filosófico, que se alimenta de problemas, y de mostrar algunas tendencias políticas que también competen a la crítica filosófica.
Bien valdría la pena indagar en los por qué y para qué de un cambio tan drástico dado por un gobierno socialista, pero eso lo dejaremos por ahora al margen para intentar dilucidar : para qué las humanidades en la educación y por tanto, para qué la filosofía.
Siendo rigurosos al tratar este tema, tendríamos que, en principio dejar en claro qué es la educación, qué son las humanidades, es decir, preguntarnos por la naturaleza de esta actividad, para después ocuparnos de su valor o uso práctico. Esas preguntas han sido la discusión eterna, así que agotarla sería igual de eterno; entonces, para ser más breves y no dar nada por acabado, preguntémonos por el valor práctico de las humanidades en la educación.

1.- El presente

Si el siglo XIX entre muchas otras cosas fue el siglo de la ciencia positiva, el siglo XX es el desarrollo de la ciencia mediante la técnica y el desarrollo de ésta. La ciencia aplicada, el saber práctico y la reducción de la persona a un operador de máquinas son la tendencia de este siglo. El desarrollo de la economía global es el cenit de las sociedades y con ello el descubrimiento y progreso de la industria, una industria, si se quiere, ahora virtual, bélica, en donde lo que menos importa es el “individuo”, el “ser humano”; lo que se quiere es producción, ganancia, competencia económica, resultados; y en ese proceso de globalización económica la persona resulta “cosa”: el gerente, el empleado, el operador, el soldado.
En este proceso de mercantilización y reducción del individuo, la educación ha querido y pretende contribuir con ello, igualmente, la democracia totalitaria de los países occidentales pone su enorme grano de arena: la televisión, —que con ella sería más que suficiente— las campañas publicitarias, por no decir políticas y la tendencia irrefrenable de promover carreras técnicas e industrias de poco prestigio y valor humanista.
En pocas palabras, lo que se quiere es técnica, industria y control. Por ello es que desde la educación —y me refiero a la educación académica, no a la educación televisiva o familiar, que tiene mucho mayor impacto— se implementen reformas y programas que fortalezcan el dominio de la práctica, mientras más práctica más producción, mientras más práctica más control; mientras más producción y control “mejor nivel de vida”. Así es como piensa un estado que se preocupa por sus ciudadanos, pero, y aquí las inevitables preguntas, ¿es cierto que más control y más producción hacen una vida mejor? ¿es cierto que al estado democrático-totalitario le interesa la vida de sus ciudadanos?
El problema con la tecnificación de las sociedades es que se han olvidado del humanismo, del pensar, del saber teórico. No se trata de despreciar la técnica ni el desarrollo científico de estos tiempos, tanta es su influencia y utilidad que ya sería imposible vivir sin tales avances tecnológicos. El problema es que el ser humano, el individuo, ha sido olvidado. Asistimos a la crisis del hombre, de aquel hombre que los primeros humanistas italianos quisieron dignificar. El humanismo se ha desprestigiado no por lo que es, sino por no tomarlo en cuenta. La LOE en España, es un claro ejemplo de este desprestigio, o más bien de este hacer menos al humanismo y por tanto a las humanidades como cuerpo de disciplinas teóricas.
Quisiera exponer algunos argumentos que ejemplifiquen el como el olvido del humanismo y sobre todo el olvido de éste en la educación, ha provocado la cosificación del ser humano. Pero antes resaltaremos qué es ese humanismo y en qué consiste, para luego resaltar la importancia que este tiene en la educación de las personas y en el desarrollo de las sociedades contemporáneas. Así que repasaremos un poco la historia en este intento por comprender qué es el humanismo.

2.- El humanismo renacentista

Recordemos que en la Italia de los siglos XIV al XVI hay una tendencia hacia el pasado, un pasado que había estado siempre presente, puesto que la sociedad de este tiempo era heredera de todo lo anterior. Ese tiempo pasado era Grecia y Roma. Pero no se trataba de volver a ser romanos o griegos otra vez, sino de recuperar aquellos ideales sobre el ser humano que desarrollaron los clásicos. Esto significó un renacer, un volver a las ideas, un volver al hombre. Recordemos que el tópico de la Edad Media es el oscurantismo, es decir, en donde el ser humano esta relegado y condicionado por la revelación de Dios. Dios es el centro de todo, quien decide y maneja la vida tanto del hombre como del universo. El hombre debe obedecer, someterse a la ley divina puesta a su alcance por aquellos elegidos de la providencia, los sacerdotes. Los primeros humanistas del renacimiento cambiaron un poco esa concepción, quisieron además de recuperar los ideales de la Grecia y Roma clásicas, recuperar la dignidad del ser humano, dignidad incluso puesta por la gracia divina.
El primer manifiesto de esta tendencia dignificadora en el primer humanismo, es decir, el del renacimiento, es la Oratio de hominis dignitate, escrita en 1490 por Pico della Miradola. Este texto abre, más bien, instaura, la “filosofía del humanismo”, o sea, las actitudes que tendrá el hombre ante la vida, una vida que es de él y para él. Mencionaré un extracto de esta oración, que ilustra la actitud del humanismo, y que hasta la fecha sigue siendo, el manifiesto del ser humano por su mundo, por su vida:
Decretó al fin el supremo Artesano que, ya que no podía darse nada propio, fuera común lo que en propiedad a cada cual se había otorgado. Así pues, hizo del hombre la hechura de una forma definida, y, colocado en el centro del mundo, le hablo de esta manera:
No te he dado ni una función específica, a ti, Adán.
Por tal motivo, tu tendrás la forma y función que desees.
La naturaleza de las demás criaturas, la he dado de acuerdo a mi deseo.
Pero tu no tendrás límites.
Tu definirás tus propias limitantes, de acuerdo a tu libre albedrío.
Te colocaré en el centro del universo, de manera que te sea más fácil dominar tus alrededores.
No te he hecho ni mortal, ni inmortal. Ni de la tierra, ni del cielo.
De tal manera, que tu podrás transformarte a ti mismo, en lo que desees.
Podrías descender a la forma más baja de existencia, como si fueras una bestia.
O podrás en cambio, renacer más allá del juicio de tu propia alma, entre los más altos espíritus, aquellos que son divinos”
[1]

En este fragmento encontramos la principal actitud del pensamiento Humanista, se trata de hacerse dueños de todo cuanto hay, resaltando, que el hombre tiene las capacidades y los medios para hacer cuanto él quiera. Este humanismo es la preocupación por el valor y el sentido de lo humano, que es la esencia del humanismo.
Para la época del renacimiento italiano, el humanismo comprendía realizar los estudios de gramática, retórica, historia, poética y ciencias morales; basados en el cultivo de la filología y el aprecio del texto clásico, en latín y griego, —alejándose así de la tradición Escolástica y la filosofía árabe— también por un nuevo concepto de “hombre”, más acorde con los nuevos ideales cívico-humanos de la aristocracia comercial en cuyo ambiente nace, alejado de los modelos eclesiásticos y nobles o caballerescos de “hombre” y del modelo medieval de mundo, y que pretende inspirarse en la antigüedad clásica. Este humanismo renacentista recuerda y renueva los antiguos ideales clásicos de cultura de la antigua humanitas romana o de la paideia griega. Etimológicamente paideia significa educación de los niños, engloba un significado más amplio que abarca todo proceso de educación o formación, y se funde con las nociones de cultura o de civilización. En sus orígenes, la educación en Grecia tenía un cierto carácter aristocrático y se basaba en la transmisión de conocimientos de gramática (lectura, escritura y recitación de poemas), música, y gimnasia, dirigidas hacia la formación militar. Posteriormente fue generalizándose y se dirigió hacia la formación del ciudadano. Según el filósofo y filólogo alemán Werner Jaeger, que en 1933 publicó un famoso libro titulado Paideia
[2], fue este afán educador de los griegos el que decidió la superación de los modelos bárbaros. Según Jaeger, la cultura, en el sentido general dado a este término en Occidente como valor e ideal consciente de vida comunitaria, comenzó solamente con los griegos. Y este progreso decisivo, según él, fue debido al papel de la paideia, que se forjó sobre una nueva concepción del papel del individuo en el seno de la sociedad[3]. A partir de finales del siglo V a.C., bajo la influencia de los sofistas y de Sócrates, aparecerá una reelaboración intelectual del papel de la educación en la sociedad, que culminará con la aparición de escuelas filosóficas, como la escuela de Isócrates, la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles. En estas últimas instituciones ya no importa solamente la formación del ciudadano y el dominio, por parte de éste de técnicas retóricas, como pretendía Isócrates, sino que la enseñanza y la educación se realizarán en función del ideal intelectual del conocimiento de la verdad.
De este modo, el humanismo renacentista hace suyo aquel ideal, de la paideia, a un tiempo educacional y político, que figuras como Cicerón y Varrón habían propugnado en Roma en la época de la República. En una confluencia rica de significados, humanitas llega a indicar el desarrollo, por medio de la educación, de esas cualidades que hacen del hombre un ser verdaderamente humano, que lo rescatan de la condición natural y lo diferencian del bárbaro. Con el concepto de humanitas se quiso denotar una operación cultural: la construcción del hombre civil que vive y opera en la sociedad humana. Cada época ha tenido su humanismo, sin embargo, esta primer concepción, la renacentista, es la que subyace en todos los humanismos históricos.
Apuntemos entonces que el humanismo trata de la dignidad del hombre, de la formación ética-educativa, por consecuencia, incluye en nuestro tiempo, la formación profesional de las personas. Con el paso de los siglos se fueron forjando sobre esta concepción antropológica o actitud de vida, algunas derivaciones como humanístico, humanitario y humanidades. Así Pues, en torno al humanismo hablemos de las humanidades y diremos que las humanidades son —siguiendo las afirmaciones de León-Portilla— aquellas ramas del conocimiento, incluyendo el sensible, que más íntimamente se relaciona con los seres humanos. Las humanidades comprenden el saber acerca de lo que hemos sido, o sea la historia y en cierto modo también la arqueología y la prehistoria...
[4] Debemos incluir entonces en el cuerpo que conforma a las humanidades, a las ciencias sociales, a la literatura, al arte, el estudio y la reflexión sobre el lenguaje entre otras más. ...Pertenece también a las humanidades cuanto se refiere a las concepciones del mundo, los mitos y leyendas, así como las elucubraciones de los filósofos que se han planteado las grandes cuestiones acerca de la posibilidad de decir palabras verdaderas sobre los enigmas de nuestro ser, la divinidad y el más allá.[5] Pero no vallamos a confundir a las humanidades con una materia o una serie de materias, ese ha sido el error de las instituciones educativas, por el cual hoy se desprecian los estudios humanísticos. León-Portilla dirá al respecto:

… Hay en nuestro presente quienes se empeñan en cerrar caminos que llevan nada menos que a disfrutar en plenitud cuanto puede enriquecer lo más noble del ser humano. Quienes así actúan nos dicen que las humanidades son ya obsoletas y acercarse a ellas es pérdida de tiempo. No siendo rentables, el tiempo que se dedica a ellas es inútil despilfarro. Lo que en verdad importa, nos dicen, es capacitarse para obtener un trabajo productivo, de esos que te permitan medrar, bien sea en los negocios y hasta, ¿por qué no?, en la política.
[6]

Al parecer no se ha querido entender la actitud del humanismo y no se han querido entender las palabras expresas en la Oratio de ominis dignitate. Se ha dicho, si el hombre es la medida de todas las cosas, entonces el hombre dice y decide qué es lo que le conviene. Se exalta al hombre como dueño pero se olvida la dignidad. Las humanidades y las ciencias sociales comparten con otras disciplinas y áreas de conocimiento la misión de proveer a los individuos y a las sociedades, capacidades e instrumentos para expandir sus posibilidades de desarrollo y progreso, en eso ha quedado la reflexión sobre las palabras expresas por Pico della Mirandola, pero no se ha puesto atención en que esas capacidades e instrumentos deben estar el alcance de los niveles de bienestar y convivencia satisfactorios, el logro de mayores niveles de justicia y equidad. A la vez, estas disciplinas son responsables de la intelección de opciones de cambio, la anticipación de riesgos, y la definición de proyectos y cursos de acción posibles y deseables. La responsabilidad de los científicos sociales y humanistas en el escenario de la sociedad no se limita al desempeño de una función de producción y diseminación de conocimientos especializados sino que, al mismo tiempo, comporta compromisos éticos y políticos con los principales valores del interés público.
[7] Al retomar estas consideraciones, podemos vislumbrar un valor práctico de las humanidades, su utilidad en la formación de las personas y su necesidad en las instituciones educativas.
El Humanismo tiene el cautivante mérito de ser no solo historia sino también proyecto de un mundo futuro y herramienta de acción actual. Interesa un humanismo que contribuya al mejoramiento de la vida, que haga frente a la discriminación, al fanatismo, a la explotación y a la violencia. En un mundo que se globaliza velozmente y que muestra los síntomas del choque entre culturas, etnias y regiones, debe existir un humanismo universalista, plural y convergente. En un mundo en el que se desestructuran los países, las instituciones y las relaciones humanas, debe existir un humanismo capaz de impulsar la recomposición de las fuerzas sociales. En un mundo en el que se perdió el sentido y la dirección en la vida, debe existir un humanismo apto para crear una nueva atmósfera de reflexión en la que no se opongan ya de modo irreductible lo personal a lo social ni lo social a lo personal. Nos interesa un humanismo creativo, no un humanismo repetitivo; un nuevo humanismo que teniendo en cuenta las paradojas de la época aspire a resolverlas.

Empecemos por lo reconocible históricamente en Occidente, dejando las puertas abiertas a lo sucedido en otras partes del mundo en las que la actitud humanista ya estaba presente antes del acuñamiento de palabras como ‘humanismo’, ‘humanista’ y otras cuantas del género. En lo referente a la actitud que menciono y que es posición común de los humanistas de las distintas culturas, debo destacar las siguientes características: 1. ubicación del ser humano como valor y preocupación central; 2. afirmación de la igualdad de todos los seres humanos; 3. reconocimiento de la diversidad personal y cultural; 4. tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado como verdad absoluta; 5. afirmación de la libertad de ideas y creencias y 6. repudio de la violencia.
[8]


Al principio decíamos que el humanismo se ha estado olvidando, que gracias a ese olvido o a ese desprecio, por las humanidades, el ser humano resulta cosa y que la cosificación del ser humano ha desencadenado un mundo en el que las personas son las víctimas de todo cuanto se produce en nombre del progreso, en nombre del bienestar, en nombre de la democracia.
3.- La sociedad industrial avanzada y el olvido del humanismo.
Mencionemos ahora algunos puntos importantes sobre esta descualificación y reducción de las personas. Ya decíamos también, que el progreso de la ciencia y sobre todo el progreso de la técnica, fueron los factores que desarrollaron esta deshumanización de la sociedad.
En el año de 1968 aparecía en francés un texto de Herbert Marcuse que lleva por titulo El hombre unidimensional, Ensayo sobre la Ideología de la sociedad industrial avanzada
[9], texto en el que el autor denuncia a la sociedad industrial avanzada como una sociedad que controla e integra todas las dimensiones de la existencia privada y pública[10] que asimila fuerzas e intereses opuestos que administra metódicamente los institutos humanos. Esta sociedad industrial avanzada es la del siglo XX y XXI, la que quiere olvidarse del humanismo y de las humanidades. Se trata de una sociedad globalizada en donde los agentes de publicidad fabrican el universo de la comunicación en el que se expresa el comportamiento unidimensional. Los medios de comunicación de masas actúan en el sentido de identificación y uniformación de las expresiones y pensamientos. El universo en el que vivimos es un universo manipulado, en el que las formas de pensamiento dialécticas, bidimensionales ceden cada vez lugar a los hábitos de pensamiento sociales y al comportamiento tecnológico. La sociedad de consumo somete el lenguaje a un tratamiento seductor y estandarizado. Palabra y lenguaje se impregnan de elementos mágicos, autoritarios, rituales. La expresión apunta a la eficacia, el rendimiento y beneficio, y es un poderoso factor de condicionamiento de los espíritus. La palabra ordena y garantiza, incita a la gente a hacer , a comprar, a aceptar.[11] Lo cual nos quiere decir que el lenguaje, el habla del ser social e individual, es secuestrado y manipulado para controlar y enajenar a los individuos:

Simplificación, unificación, inmediatez, univocidad, funcionalismo, pero también represión y autoritarismo; tales son los rasgos del lenguaje cerrado en el que nos encierra una sociedad que tiende por completo a la utilidad y el beneficio. Este lenguaje se difunde por todo el mundo contemporáneo, lo mismo en el capitalista que en el comunista. Aunque no transmita ordenes sino solo información, auque invoque la libertad y no la sumisión , se convierte de hecho en un poderoso instrumento de control… … El discurso político tiende a identificarse con el lenguaje de la publicidad, y la administración social toma cada vez la forma de la administración, pero de una administración total que se inscribe en el nivel de las actividades y ocios cotidianos del individuo… … De esta manera los placeres llegan a modificar nuestros gustos y necesidades y —cuando se trata de ocios llamados culturales, como la televisión, el cine o la radio— a imponer sus esquemas a nuestro lenguaje y pensamiento
[12].

Tales son las características de la cosificación del ser humano, y no sólo se presentan en torno al lenguaje por medio de la publicidad, sino en todos los ámbitos y quehaceres de la sociedad. Pongamos otro ejemplo más, el del arte.
La grandeza de un arte y una literatura libres, los ideales del humanismo, la realización de la personalidad; todos estos valores culturales , que deberían estar al servicio del hombre, son aprovechados por la sociedad industrial para asegurar su cohesión. La cultura ya no garantiza la bidimensionalidad del hombre porque está integrado, dirigido, triturado por la sociedad de consumo.
[13] Esos ideales de libertad y humanismo se venden con la literatura y el arte que los vehiculizan. Los medios de masa solo conocen como denominador común la forma mercantil, y como único valor, el valor de cambio. Lo que nos quiere decir que los héroes literarios modernos ya no son imágenes de otro modo de vivir, sino solo variantes del que se practica; ya no cuestionan el orden establecido, sino que contribuyen, a su manera, a afirmarlo. Ya no son conducto de valores e ideales, sino que se transforman en mercancías destinadas al consumo en masa.

El progreso técnico es la causa de esto, porque la sociedad industrial hace retroceder progresivamente la miseria, la Negación es negada, la cultura superior queda despojada de su trascendencia. Los valores culturales caen al nivel de lo cotidiano. los conflictos clásicos que constituían la fuerza de la novela o del teatro son ahora todos susceptibles de una solución técnica, de una “reducción” al mundo banal y chato de todos los días.
[14]

El lenguaje, el arte; en sí, toda forma de cultura, toda manifestación humana, es absorbida por la por era de la técnica. Pero ya apuntamos antes que el problema no es la técnica, ni la industria, sino el abandono que han hecho quienes implantan estas tendencias, de los valores humanísticos. De lo que se trata entonces no es de eliminar y estar en contra de la tecnificación o industrialización, que en cierta medida hacen la vida más cómoda y fácil, sino que se trata de humanizar estas prácticas, de que en la educación de las personas estén incluidas la reflexión y la práctica del humanismo, que en la educación, se incluya a las humanidades.
Las humanidades y la dignidad.
Precisemos ahora, ¿para qué las humanidades? La instauración y seguimiento de un humanismo tal y como lo hemos señalado antes ayuda a recuperar la dignidad del hombre. Entiéndase la dignidad humana como el seguimiento de aquel imperativo categórico que Immanuel Kant enunciaba Obra de manera de tratar a la humanidad tanto en tu persona como en la persona de otro, siempre como un fin y nunca sólo como un medio.
[15] Esto nos dice, que todo hombre no tiene un valor relativo, es decir, que no tiene precio, por tanto lo que tiene es la dignidad. El que no tenga precio quiere decir, que no tiene equivalencia alguna, que no puede ser sustituido, que tiene dignidad.

Sustancialmente, la dignidad de un ser racional consiste en el hecho de que él no obedece a ninguna ley que no sea instituida también por él mismo. La moralidad, como condición de esta autonomía legislativa es, por lo tanto, la condición de la dignidad del hombre, y moralidad y humanidad son las únicas cosas que no tienen precio.
[16]

Una defensa del humanismo significa, una defensa sobre la dignidad del hombre, ¿cómo es posible esa defensa? Para empezar hemos dicho, no eliminar ni sustituir el estudio de las humanidades en la educación básica y superior. Dentro de la actual agenda de las Ciencias Sociales y las Humanidades hay un conjunto de nuevos desafíos que atañen a su organización y a sus formas de reproducción y renovación. Estos nuevos desafíos son parte del compromiso de dar respuesta oportuna a las necesidades de una sociedad en continuo cambio. La Sociedad Mexicana de Ciencias plantea una serie de retos que servirán para recuperar tanto la actitud humanista y la defensa de las humanidades en las instituciones académicas. Entre otros retos se destacan las siguientes necesidades:

a) Producir nuevos conocimientos, en particular sobre los procesos de cambio emergentes. Revisar los cuerpos teóricos vigentes, actualizar las metodologías y las técnicas de investigación y análisis. Desarrollar una visión crítica y, a la vez, constructiva sobre los cambios sociales y culturales.
b) Actualizar las líneas de investigación buscando y proponiendo que tengan mayores repercusiones en la sociedad y en el ámbito general del conocimiento.
c) Trabajar en áreas de conocimiento transdisciplinarias y auspiciar programas de investigación multidisciplinarios.
d) Propiciar el establecimiento de redes (nacionales e internacionales) y otras formas de vinculación entre las instituciones y los investigadores del área.
e) Modificar los planteamientos curriculares (planes de estudio y métodos de enseñanza) para formar a los nuevos profesionistas que reclama el sector laboral y, particularmente, la propia profesión académica.
f) Intensificar las formas de cooperación e intercambio académico, la movilidad académica nacional e internacional y las formas de participación de los estudiantes de postrado en las instituciones del área.
g) Posibilitar procedimientos que aseguren la reproducción de la base académica de las instituciones de investigación en el área.
h) Establecer procedimientos para sistematizar las formas de vinculación de la investigación del área con los sectores sociales, gubernamentales y académicos.
i) Gestionar recursos para el fortalecimiento y la puesta al día de los acervos bibliográficos, documentales y otras fuentes de información en las bibliotecas y centros de documentación de las instituciones del área. Avanzar en la formación de una red integrada de recursos bibliográficos y documentales.
j) Apoyar los procesos de investigación a través de las nuevas tecnologías de la información.
k) Definir formas específicas de evaluación para los proyectos de investigación del área y dar criterios para su financiamiento.
l) Aportar nuevos enfoques en los ámbitos de debate y de generación de lineamientos de política social del país.
m) Hacer visibles las prácticas y productos de la investigación del área y trabajar en procesos de sistematización de las líneas de investigación existentes.
n) Elaborar un nuevo compromiso ético con la sociedad.
[17]
Estas son las propuestas para promover intensificar, y defender el estudio de las humanidades desde un humanismo, desde la dignidad del hombre. Lo que ahora
sigue es que ustedes se involucren en ello.





FUENTES:

* (Documento para la discusión) Academia Mexicana de Ciencias Sección de Ciencias Sociales y Humanidades, Propuesta para el desarrollo de las Ciencias Sociales y las Humanidades en México, Marzo de 2001
* Abbagnano, Nicola, Diccionario de filosofía, F. C. E. México, 1983
* Círculos de estudio existencial CEE. Humanismo y Humanismos, Biblioteca Anthropos de Psicología existencial y Psicoanálisis. Asociación colombiana de análisis existencial. ACDAE.
* De la Mirándola, Giovanni Pico, De la Dignidad del Hombre, con dos apéndices: Carta a Hermolao Bárbaro y Del Ente y el Uno, ed. preparada por Luis Martínez Gómez, Editora Nacional, Madrid 1984.
* De la Mirándola, Giovanni Pico, De la Dignidad del Hombre, con dos apéndices: Carta a Hermolao Bárbaro y Del Ente y el Uno, ed. preparada por Luis Martínez Gómez, Editora Nacional, Madrid 1984.
* Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
* Kant, Immanuel, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Trad. Manuel García Morente, Ed. Porrúa, México, 1972.
* Marcuse, Herbert, “El Hombre Unidimensional”, Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Trad. Juan García Ponce, Joaquín Mortiz, México, 1963.
* Masset, Pierre, El pensamiento de Marcuse, Trd. María Rojzman, Amorrut Editores, Buenos Aires Argentina, 1972
* Munizaga, Roberto, El humanismo y las humanidades, Revista Chilena de Humanidades. Universidad de Chile. N° 1 1982. 33-35.
*
www.artehistoria.com
Notas:
[1] De la Mirándola, Giovanni Pico, De la Dignidad del Hombre, con dos apéndices: Carta a Hermolao Bárbaro y Del Ente y el Uno, ed. preparada por Luis Martínez Gómez, Editora Nacional, Madrid 1984.
[2] Jaeger, Werner, Paideia, F. C. E. México, 197
[3] C. F. R Jaeger, Werner, pp 4-8
[4] León-Portilla, Miguel, Las humanidades, Periódico La Jornada,
[5] Ibidem.
[6] Ibidem.
[7] Academia Mexicana de Ciencias Sección de Ciencias Sociales y Humanidades, Propuesta para el desarrollo de las Ciencias Sociales y las Humanidades en México (Documento para la discusión) Marzo de 2001.
[8] Silo. Qué entendemos hoy por Humanismo Universalista? Conferencia publicada en el Anuario 1994. Centro Mundial de Estudios Humanistas. Edición simultánea en ruso y español.
[9] Marcuse, Herbert, “El hombre unidimensional”,Ideología de la sociedad industrial avanzada, J. M. México, 1964.
[10] Op. Cit.
[11] Op. Cit. p 105
[12] Masset, Pierre, El pensamiento de Marcuse, A. E. Argentina, 1969, p. 15
[13] Ibidem.
[14] Ibidem.
[15] C. F. R. Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Porrúa, México, p. 39
[16] Abbagnano, Nicola, Diccionario de filosofía, F. C. E. México 1983, p. 325
[17] A. M. C. Propuesta para el desarrollo de las Ciencias Sociales y las Humanidades en México, Marzo de 2001

LA LIEBRE Y EL COYOTE




ENCUENTROS CON LO ANIMAL Y LO SECRETO EN LA OBRA DE JOSEPH BEUYS
Oliver E. López

El frío baila en el aire. Una luz recta y violenta impacta sobre un pájaro de metal. Un stuka. Es el invierno de 1943. El avión, con sus dos pilotos, desciende en caída libre y se estrella sobre un nevado paraje de Crimea. Uno de los conductores de la nave muere a causa de la colisión; el otro, sobrevive. Su nombre: Joseph Beuys. La muerte ya se prepara para cargarlo en su carro mustio y de maderas negras. Pero, entonces, un grupo de tártaros nómadas hallan al piloto alemán derribado. Lo trasladan a su campamento. Allí, lo untan con grasa. Lo envuelven en un manto de fieltro. Lo nutren con alimentos nacidos de la leche. A los pocos días, es descubierto por un comando germano que lo envía a un Hospital Militar. Allí se recupera. Regresa después al frente de fuego, hierro y sangre. Es herido cuatro nuevas veces. Es condecorado. Pero su indisciplina lo degrada a la condición de soldado raso. Antes de la conclusión de la segunda guerra mundial, es hecho prisionero por los ingleses.
Regresa a Kleve, en su patria natal, en 1946. En 1961, es nombrado profesor de Escultura Monumental en la Staatliche Kunstakadenie de Dusseldorf. En la década del 60', comienza sus eventos o acciones (actions), herederas de los happenins o performance. Su proyección internacional comienza con la Documenta III de Kassel en 1964 y el Festival Der neuen Kunst de Aquisgrán. En 1967, refulge también su inquietud política mediante la fundación del partido alemán de estudiantes como megapartido. Entre 1963 a 1985, genera 40 acciones.

Su filosofía estética pregona un "concepto ampliado de arte". Se fortifica con doctrinas procedentes del romanticismo alemán, de Schiller, Novalis, y la idea wagneriana del arte total. En su cosmovisión artística resplandece también, y de manera esencial, la Hylaster (de hyle, materia, astrum, estrella) de Paracelso. Esta noción asegura que la materia es energía. Es estado de fluidez y continua expansión. De ahí el anhelo de que el barco del arte navegue entre olas de metamorfosis o transformación de estados anteriores.

La materia como energía de la transformación asocia la creatividad beuysiana con la cera, y la miel, el don ofrecido por la abeja. La colmena, el taller de las abejas, es crisol del orden y de una eficaz producción social, colectiva. La Bienenkonigin (abeja reina) preside una concentrada creación social y, además, regentea las fuerzas que transforman el polen y el néctar en miel. En la Documenta VI de Kassel, en 1977, Beuys exhibió una bomba de miel que fue creada para la presentación de la Universidad Libre Internacional.

Tanto la cera como la miel son sustancias orgánicas, henchidas de calidez, de fluidez. Ellas manifiestan la realidad como calor expansivo, mutación, devenir que crea nuevos estados. Estas propiedades adquieren en Beuys su expresión esencial en el primado de la grasa.

El padre del artista quería que su hijo trabajara en la fábrica de margarina de Kleve. Aunque con algunas alteraciones en el libreto original, el hijo cumpliría con el deseo paterno. La grasa es el corazón de la plástica de Beuys como imperio del calor y la energía. La grasa, en sí misma amorfa, sólo puede ser formalizada de manera temporal, provisional. La temperatura, el calor y el frío, le restituyen sus poderes metamórficos.

La grasa es sensible a las temperaturas. La temperatura es tacto del espacio, es el modo como el ambiente toca, envuelve, frota, abraza, transforma la materia. En la grasa permeable, transformable, vibran las cuerdas del movimiento de la expansión y concentración.

La grasa, materia de la mutación, del movimiento hacedor de nuevos estados o formas, es el opuesto simbólico del arte clásico. De la escultura de la línea inalterable, de un trazo áureo definitivo. La grasa que baila con la música del cambio es la antípoda del tallado inmutable de la piedra por un Fidias o un Rodin.
El fieltro, del que luego hablaremos, es otro de los elementos expresivos distintivos, originales, de Beuys.

Los timbales de la transfiguración no son el único canto de sirena a perseguir. Junto a la valoración de la superficie que cambia, el arte debe ser mirada que contempla lo primigenio, lo vital como despliegue de un primer brote, emanación, resplandor puro y esencial. Por eso, Beuys se embriaga con la filosofía del naturaleza de Goethe, con su intuición de una proto-planta, una flor arquetípica, que es el primer vegetal emanado desde un trasfondo universal y creador. La proto-flor es fuerza sutil, invisible, primaria. Esta potencia inicial es el geist, el espíritu no como lo contrario de la materia sino como su sangre o vena secreta. De ahí el fuerte interés de Beuys también por la Antroposofía de Rudolf Steiner.

Beuys comparte la voluntad vanguardista de unir vida y arte. En este propósito, adhiere a la estética de la existencia promovida por Schiller en sus Cartas sobre la educación estética del género humano. En esta obra del romántico alemán del siglo XVIII, la libertad política surge como una consecuencia de la previa plasmación de la libertad estética.

Escenas con lo animal

Es 1965. En Dusseldorf, en una galería de arte. La Galería Schmela. En un rincón de la sala, se delinea un pequeño cuarto, de paredes de vidrio. Dentro, en el centro, se alza un taburete sostenido sobre un mueble metálico. La cabeza de Beuys alberga miel y una capa de polvo de oro. Es el cráneo, el rostro, que mana luz y calor. Es la cabeza incendiada por ideas vivientes. Es el pensamiento vivo.

Y el artista de la cabeza de miel y oro sostiene entre sus brazos una liebre muerta. La abraza con esmero y ternura.

Y el hombre que protege al animal posee el pie derecho atado con cordones de cuero a una delgada superficie de hierro; provoca mucho ruido al moverse de esa manera; el otro pie, se acomoda dentro de una plantilla de fieltro.

Y el artista del rostro impregnado por la áurea miel se desplaza dentro del espacio amurrallado por los vidrios transparentes. Del otro lado, los testigos de la acción, del rito, pueden contemplar el lento y ceremonioso movimiento del hombre que explica a la liebre los cuadros en exhibición. Y le murmura voces casi inaudibles. Cuando Beuys se sienta con el animal en brazos, continua ofreciendo sus misteriosas explicaciones. Debajo del asiento, yace un hueso donde se aloja un micrófono cuyo propósito es transmitir por radio los comentarios de Beuys a la liebre.

En Eurasia. Sinfonía Siberiana. Parte 32, Beuys construye otra escena artística y simbólica con una gravitante presencial animal. Con una tiza, el artista traza una cruz partida en una pizarra. La división de la cruz alude al Oriente bizantino y el Occidente romano. Mediante una línea trazada en el suelo, Beuys se mueve de un lado a otro con una liebre muerta dispuesta sobre dos palos de madera. El artista pasa de una región a otra; es el devenir del nómada.

En la acción Titus / Ifigenia, en Frankfurt, en 1969, Beuys comparte el escenario con un animal vivo. Se mueve junto a un bello caballo blanco que se encuentra dentro de un cercado. El cuadrúpedo se deslaza sobre una placa metálica que amplifica sus pasos. El artista, a veces, se arropa con un abrigo de piel. Por momentos, realiza movimientos pausados que el caballo parece imitar. En ciertas oportunidades, hace sonar unos platillos. Alternativamente, Beuys y el espacio escénico se identifican con Ifigenia o con Titus.

Ifigenia, la heroína de la tragedia griega antigua, irradia el instante de lo femenino misterioso, del tiempo pausado y con tintes rituales. Es la región de blancura del escenario. El área oscura de la escena es gobernada por Titus, antiguo general romano, recreado por Shakespeare; es el hombre que se sume en las intrigas sombrías del poder.

A un mismo tiempo, las fuerzas femeninas y masculinas son atravesadas por la potencia escultórica del sonido. Lo sonoro nace de los cascos del caballo y de una voz en off que narra lo que acontece, y de la propia voz de Beuys que repite frases de Ifigenia.

Otra acción artística esencial donde Beuys se encuentra con lo animal es Me gusta América. Le gusto a América-Coyote. Durante tres días, convive con un coyote en la galería Block de Nueva York. Beuys arriba en avión al aeropuerto de la ciudad norteamericana y, desde allí, se traslada directamente a la galería, totalmente envuelto en fieltro, sin poder observar nada de lo que lo rodea. Son tiempos de la guerra de Vietnam. El artista alemán no desea pisar suelo de Estados Unidos como una expresión de su repudio a la política belicista de la Casa Blanca.

Una vez en la galería, Beuys cohabita con el coyote en un recinto aislado por una malla metálica. Allí, envuelto en fieltro, con guantes y un bastón, recorre las páginas de un periódico que se extiende por el suelo. Mediante el desplegado papel, se constituye un espacio común de observación recíproca entre el artista y el animal. Luego de las tres jornadas de un latir compartido con el ser del bosque y los aullidos, Beuys regresa a Alemania arrebujado de vuelta en fieltro, tal como había llegado. Durante su visita al suelo americano, no percibe edificios, veloces enjambres humanos, o atildados curadores y críticos de arte. Su único acontecer es la comunicación con la radiación libre de la vida que aúlla misteriosa.

Imágenes simbólicas de lo animal

La mente moderna está profundamente habituada a degradar la dignidad animal. El mundo de los caballos, perros y gatos, es un reino sin razón, sin voluntad ni libre albedrío. Su única justificación intrínseca es acompañar o servir al hombre. El valor ético o la inteligencia no pueden hallarse en los animales. Ellos son el instinto ciego, mecánico, el puro pathos de la supervivencia. El destino animal es, así, la negación de la conciencia y espiritualidad humanas.

Pero Beuys escucha otras pisadas de los seres naturales.

Siendo joven realizó una colección botánica y construyó un pequeño zoo de arañas, ratas, ratones, peces y moscas. El artista de Kleve funda luego un partido político de los animales y asegura que "los animales son en sí y para sí seres angélicos. Esto habla de un reino por encima de la persona".

El animal es energía espiritual, intensa vitalidad psíquica. Es realidad sobrehumana, "por encima de la persona", más cercana a lo sagrado, lo divino.

En los primeros dibujos de Beuys aparece el cisne. Animal bello y delicado emparentado con las nieblas de la mitología germánica, con el caballero Lohengrin, el caballero-cisne. Exalta también a las ovejas por su relación con la figura del pastor. En su niñez, Beuys contemplaba a los animales destinados a la esquila en los campos. Se imaginaba entonces a sí mismo con un bastón, mientras dirigía las ovejas hacia los mejores pastizales. El pastor-campesino se convierte luego en el pastor-artista que asume la misión de guiar a su tiempo hacia una alquimia transformadora de la sociedad.

El culto a la osamenta animal también emerge en la perfomance Evolucion, de 1965. En el piso de su estudio, en Dusseldorf, el artista traza con tiza blanca la silueta de cuatro esqueletos. Sobre el dibujo se acomodan calaveras reales. Los huesos reales e imaginarios se hallan rodeados por un cercado metálico.

El ciervo y su simbolismo chisporrotea en la instalación Blitzschlagnit lichtschein auf Hirsch (Rayo con fulgor sobre el ciervo). El animal de las astas también palpita en dibujos beuysianos de la colección Van der Griten. El ciervo bulle en la simbólica cristiana, céltica y germánica. Entre los celtas, es el dios Cernunos, de aspecto humano y cabeza astada. En sus dos manos sostiene serpientes, los animales emblemáticos de la inmortalidad y del conocimiento de la muerte. El ciervo se manifiesta así como animal psicopompo, guía de las almas hacia el más allá, el reino extraño allende la vida física. El ciervo es así también mediador entre lo celeste y lo terrestre. Es el ser capaz de palpitar en el mundo terrestre, empírico y visible, y en lo invisible.

El caballo acompaña a Beuys en su perfomance Titus/ Ifigenia. Beuys se identifica en esta acción con Ifigenia y con el caballo, animal chamánico esencial. Un ejemplo del entrecruzamiento entre lo femenino y el poder animal que explora el artista.

Ifigenia fue ofrecida en sacrificio por su padre, Agamenón, a la diosa Artemis. El propósito de esta acción era mitigar la cólera de la divina mujer hacia el rey de Micenas. Cuando se estaba por consumar la muerte de la desdichada en el altar sacrificial, Artemis se compadeció de la joven y la envió a Táuride, para que oficiara como una de sus sacerdotisas. Allí, la hija de Agamenón debía sacrificar a todos los extranjeros que llegaran a las costas. Y, una vez, llegaron un par de forasteros; en uno de ellos, Ifigenia reconoció los rasgos de su hermano Orestes. Entonces, la compasión fue más fuerte que el deber ritual. Y abandonó los oficios de la diosa para escapar con Orestes.

En Ifigenia triunfa el acto compasivo y la fidelidad a la propia sangre y a la continuidad de lo vivo. Su fidelidad es un ascender hacia el valor superior de la preservación de la vida. La fuerza ascensional de Ifigenia se integra con el impulso ascendente y específico del caballo. En el ritual chamánico, el brioso equino es el supremo animal auxiliar del chamán. El chamán debe viajar hacia el centro del mundo para, luego, explorar el infierno o remontarse hasta las alturas donde habita el padre águila, el progenitor de todos los chamanes. Antes de iniciar su travesía mística, el chamán sacrifica un caballo. El espíritu del animal muerto guía entonces, con sus alas amplias y libres, al hombre de lo sagrado hacia las elevadas lejanías del cielo.

El artista se funde así con dos formas de la ascensión. La femenina y humana, representada por Ifigenia; y la masculina y animal que hierve en el blanco y alado cuadrúpedo.

Y lo femenino no sólo es preservación de lo vital. Otro de sus atributos posibles es encender los fuegos de Eros. El deseo es padecimiento, flujo pasional, movimiento de la sensibilidad, de lo femenino. La sustancia pasional, afectiva, femenina del deseo se enciende en lo masculino. En el hombre, el deseo es impulso hacia lo aún no poseído ni encontrado. Tal como lo manifiesta Platón en su diálogo El banquete, el hombre, en tanto filósofo, desea la sabiduría, entendida como conocimiento y fusión con lo bello. La belleza del mundo material es aura resplandeciente procedente del espíritu. La belleza es signo entonces de una materia viviente y espiritual. El que busca la sabiduría busca unirse con una realidad universal, vital y radiante.

El deseo como resonancia pasional emana entonces del reino sensible femenino y compele al hombre a desear conocer y fundirse con una realidad viva. Eso es sabiduría. Y la realidad viva la genera, en su primera manifestación, la hembra mediante el parir de su vientre. Lo real viviente deseado, late así en el cuerpo de mujer. Por eso, lo femenino entrega la energía pasional del deseo, y es a su vez la creadora de la realidad viva que lo masculino desea hallar.

Quizá todo este devenir es lo que centellea en la mujer-liebre, uno de los dibujos paradigmáticos de Beuys.

La mujer da la fuerza pasional del deseo y la realidad viva que ese deseo busca encontrar. Y la realidad viva está, a un mismo tiempo, en movimiento. Es lo que nace y renace, es marea y contra marea. Es renovación y recreación. No sólo la hembra humana puede expresar esa movilidad recreadora. Lo femenino animal, la liebre, también manifiesta la realidad recreadora de la vida. Y, a su vez, el animal se encuentra más próximo al devenir renovador de la naturaleza viviente. Quizá por eso la liebre es el animal primigenio de Beuys. En la liebre reverbera lo fértil, lo delicado y plástico, lo grácil y bello. Es la tierra en su follaje fecundo. Es el cambio, la sucesión de ritmos, la mutación de estados, el pasaje de la luz diurna a la noche, de la vida fenecida a la nueva vida. Es la luna que, en el despliegue de sus fases, muere y renace. Es así la naturaleza siempre viva que, cuando muere, inmediatamente renace.

En la acción de la Galería Schmela, en 1965, Beuys le habla a una liebre muerta entre sus brazos. La apariencia es que el sujeto humano contiene, sujeta, abraza a lo animal y le habla, le explica las pinturas, lo guía en la galería, en un jardín de pinturas. El artista que habla mueve sus labios enmarcados en su rostro de oro y miel. Su cabeza está habitada por un "pensamiento-miel", por un pensamiento vivo; es la mente alumbrada por energía radiante, fértil, expansiva.

¿Pero cuál es la fuente que jaspea de oro y miel la cabeza humana radiante? ¿Qué es lo que hace que el pensamiento sea vida? Es la proximidad, la experiencia, intima y familiar, con lo animal, con la liebre como símbolo de la tierra en su movimiento creador. El artista que alberga en sus brazos lo animal sostiene un cordón umbilical que lo religa con las fuerzas creadoras primarias de la existencia.

Y la cabeza fosforece. El pensamiento se torna vida iridiscente. Porque a través de la liebre abrazada, lo animal hace regresar al artista al movimiento esencial, a lo que siempre anima y reanima el cuerpo, el pensamiento y la materia. Es el regreso a lo sacro.

Es así una ilusión que sea el sujeto, el hombre, el que le habla, el que le explica al animal muerto. En realidad, el artista que habla es el que escucha la música de la vida nueva que trae el animal. La liebre. La liebre que, como si fuera parte de una ficción teatral, aparenta quietud y muerte.

Y Beuys experimenta los secretos del coyote. Revelación que acontece durante tres días en la Galería Block de Nueva York. La apertura de lo animal hacia la trascendencia sagrada o divina adquiere aquí una condición secundaria. El coyote le habla aquí al artista sobre la violenta colisión de culturas. Beuys afirma que el ser de los aullidos representa "el punto neurálgico psicológico del sistema de las energías americanas: el trauma del conflicto americano con el indio". Convivir con el animal aquí no es salida de la civilización hacia un manantial de vida universal; aquí, lo animal le otorga al artista y, por extensión al hombre, un raro poder: el de atravesar mediante una acción simbólica el vacío íntimo de una cultura para llegar hasta su fondo de angustia y opresión. La teoría crítica atraviesa la sociedad capitalista mediante el concepto y una mirada distante. Pero el artista traspasa desde dentro la desolación que el teórico crítico observa siempre desde una prudente distancia.

Durante tres días, Beuys hurga, ausculta, camina sobre la culpabilidad reprimida de la civilización norteamericana. Culpabilidad surgida de la matanza injustificable del indio. El indio debía ser exterminado no tanto para arrebatarle sus tierras, sino por su experiencia más amplia de la libertad. El indio vivía tan libre como el coyote o el búfalo. Por eso, oprimir o exterminar al indígena fue un despedazar la propia bandera de la libertad que la sociedad norteamericana decía representar. La angustia de esta contradicción se retuerce en el fondo oscuro del alma colectiva del país del Norte. Mediante el coyote-guía, el artista atraviesa un presente de máscaras y arriba al trauma que nació del exterminio de la libertad india. La convivencia con el animal de los aullidos es así escena simbólica para atravesar la intimidad de una cultura y regresar a su trasfondo de trauma y contradicción.

Fieltro, nomadismo, y el secreto creador

Beuys ambiciona la condición del nómada. En el reino del hombre urbano sedentario, quiere ser desplazamiento continuo. Lo nómada no es vida en un hogar hundido en un rincón de la tierra; lo nómada es la existencia en un lugar que es camino hacia todos los lugares. Es goce del movimiento; es proyección hacia el volumen completo del espacio.

Por eso, desde joven, Beuys se emociona con el nomadismo mongol de Gengis Khan. El jefe de los mongoles esteparios construyó el más vasto imperio de la historia. Un inmenso mundo controlado por la vitalidad guerrera. La realidad amplia que el artista desea revelar también exige de un nomadismo guerrero. De una pujanza capaz de abandonar, mediante un salto audaz, los mosaicos estrechos de la cultura o el arte de una época.

El nomadismo estético y combativo de Beuys le concede el coraje suficiente como para recuperar estadios prehistóricos supuestamente olvidados o superados de la creación. Por eso, el artista de Kleve regresa al objeto animado, a la pintura de la mujer primordial, al espacio como epifanía ritual, y a la potencia arcaica del animal.
Muchas instalaciones del genio germano consisten en el acomodamiento de objetos en armarios o vitrinas. Según el artista, estos son "objetos-sujetos". En ellos hay vida secreta: el objeto es percibido así como diamante iridiscente de fuerzas y emociones. Es la ancestral intuición animista, la percepción del objeto animado, espolvoreado con pigmentos de espíritu. Es la negación del objeto mercancía, del objeto sin alma de la producción masiva capitalista.

En numerosos dibujos, con lápiz y pinceladas de acuarelas Beuys delinea imágenes de mujeres sin rasgos faciales definidos. Es lo corporal femenino en su manifestación arquetípica, universal, como presencia ígnea que simboliza lo más vivo. Así anónimos artistas plasmaron dibujos y estatuillas prehistóricas de diosas en el alba del tiempo antiguo.

El desplazamiento nómada de Beuys hacia la imaginación arcaica, rupestre, asimismo brilla en la disposición de los objetos como forma de encender o acalorar el espacio. La instalación Plight en el Centro Georges Pompidou, en 1985, en París, es un ejemplo. En esa oportunidad, un recinto iluminado contenía un piano rodeado por grandes rollos de fieltros. Sólo se podía acceder a través de una entrada de escasa altura. El ingreso en ese espacio estaba preñado de fascinación, vivacidad y misterio.
El nomadismo estético también es praxis vivencial de Eurasia. Eurasia es la simbiosis espiritual de la Europa moderna analítica con el Asia intuitiva ancestral. Es al mismo tiempo el regreso sobre las huellas de las primeras migraciones de los pueblos indoeuropeos que comenzaron su dispersión sobre Europa desde algún lugar quizá del Asia Central.
Y la música es otro simbolismo propagador de lo nomádico. De niño, Beuys aprendió la ejecución del piano y el violonchelo. John Cage le depara luego la experiencia de la música como proceso abierto, fluir continuo siempre refractario a la conclusión o codificación.

La música es sólo en estado de ejecución. Nunca es en los signos inamovibles del pentagrama. En la vibrante sucesión de las notas, la música es halcón que siempre debe embriagarse con un nuevo batir de alas y un continuo desplazarse para no caer en el vacío. Lo musical es vuelo, aleteo nómada, hacia el siguiente sonido para conjurar la inmovilidad que paraliza y derrumba.

Este fluir del continuun musical lo encuentra Beuys en el movimiento internacional Fluxus, cuya savia artística discurre a través de la libre y cambiante combinación de sonidos, textos, plástica e improvisaciones. En el contexto de Fluxus, en 1963, Beuys ejecuta una pieza de Satie en un piano que, mediante cables, se une con una liebre muerta fijada en el extremo de una pizarra.

El nomadismo es movimiento plástico, rápido, eficaz. El conejo o la liebre necesitan de la madriguera y, a su vez, del desplazamiento en la amplitud de su espacio vital.
La piel de conejo o liebre prensado crea el fieltro. El fieltro es material medular en Beuys. Mediante el fieltro, evoca las tiendas de campaña de Gengis Khan. Aquí se manifiesta su destino de sustancia que protege del viento o el frío.

Y el fieltro es lo que aisla e incomunica, lo que escinde de un tejido viviente. Y también es lo que conserva el calor. Por lo que el fieltro aloja en sí la cualidad ambigua, dual y contradictoria de lo real. Así "el fieltro como aislante, como capa protectora frente a otras influencias o, por el contrario, como un material que permite la infiltración de influencias externas. Después está el carácter cálido, su color gris que sirve para enfatizar los colores que existen en el mundo mediante un efecto de imagen retiniana, y el silencio, ya que cualquier sonido es absorbido y amortiguado".

En la obra de Beuys el fieltro asume la forma de rollos, fundas para cubrir pianos, violonchelos, y bastones. El fieltro también delinea cruces o es soporte de acumulaciones de grasa.

Y en el fieltro trepidan las posibles funciones simbólicas de la piel animal. En el mamífero humano la piel es superficie que delimita y contiene la carne y los órganos. Es incapaz de retener el calor o de proteger por sí sola de un frío ingente. De ahí la necesidad del humano de una segunda piel, de la vestimenta artificial.
En el animal, la piel es poder o fuerza que absorbe lo caliente y rechaza lo frío. No es sólo superficie que delimita y asila; no es sólo envoltura pasiva. La piel animal es atmósfera caliente donde los rayos solares persisten, continúan y giran y se adentran en el cuerpo. La piel animal es orbita que alberga el sol.

Estar arrebujado en fieltro, en apisonada piel de animal, es también atraer y albergar el fuego celeste que entrega el calor vivificador.

A su vez, el fieltro como efecto de un prensar, de un unir la piel de diversos animales, es una multiplicación o potenciación de este proceso.

Y el calor es manifestación de lo intenso, de lo sobreabundante, de lo sagrado. El calor conservado y potenciado por el fieltro acerca la sacralidad calurosa. Así ocurre con el indumento o vestimenta de plumas de aves de los antiguos chamanes. Vestirse como pájaro aseguraba la habilidad de la ascensión hacia la altura sagrada.

Pero el origen del calor mismo que el ojo solar da, y que la piel animal hospeda y retiene, es secreto.

Y Beuys gusta repetir: " Debes hacer productivo lo secreto".

Hay una cierta sensibilidad filosófica que sospecha que la fuente de toda fuente siempre fluye secreta. Pero esa espiritualidad de la que hablamos suele padecer cansancio, anemia, por lo que sólo acepta lo secreto como una montaña de oro inalcanzable. El humano nunca puede habitar o estar en las laderas o en la cumbre de aquella elevación.

Pero hay otra espiritualidad; aquella que, como el animal, percibe las fuerzas vitales que sin cesar corren como viento por la naturaleza. Esa espiritualidad sabe que lo secreto es un cercano girasol que se abre a un brillo inacabable; ese color del espíritu sabe que lo secreto siempre se deja visitar, para que el artista con sol en la piel produzca la hierba sin fin.

BIBLIOGRAFIA
Carmen Bernárdez Sanchís, Joseph Beuys, Madrid, Ed. Nerea, 1998.
Joseph Beuys. Aprovechar a las ánimas. Fer profit a les animes, catálogo de la exposición, Sa Nostra. Caixia de Balears, y Diputación Provincial de Granada, 1992.
Joseph Beuys, catálogo de la exposición, Szeemann, H. (com.), París, Musee National d´Art Moderne Centre Georges Pompidou, 1994.