octubre 31, 2008

Filósofos hienas


He llagado a la conclusión de que la filosofía no es más que un credo repetido por hienas. Y quizá el asombro que provoca a los poco inteligentes es precisamente su carácter de curiosidad cirquera, como el loro que parla y parla seduce y atrae, el mono que fuma o el tigre que brinca el fuego, así la filosofía. Ver a las hienas rumear su credo es cosa de asombro. Lo que no he comprendido aún es para qué sirve, si no es el entretenimiento por un boleto muy barato en unos casos, excesivo en otros.


Habría que replantear el concepto de filósofo y fundarlo sobre el de pensador o personaje, porque no todos los que dicen ser filósofos son hienas parlantes, estos últimos se limitan a repetir lo que los pensadores o personajes han dicho seriamente, como seres excepcionales, hay pocos, los hay, lo demás, son animales de circo.

Mi bambú

De todo lo que podría tener sólo tengo este bambú,
hojipuerto de las moscas cuando en frío se posan
quien sabe que rezan.


Bambú siempre alegre,
húmedo en sus entrañas
flotantes en el rojizo hálito que lo retiene,
único bambú.

De todo lo que podría extrañar es este solo bambú,
unos cuantos pesos de pasaje,
unos versos en italiano y el chirriante eléctrico a los oídos,
el montón de ropa arrugada,
un amor que lacera en su silencio,
las gotas de té sobre úlceras aferradas.


Pero de todo lo que puedo tener
sólo tengo este bambú

octubre 30, 2008

Amanecer

Debajo de esa sábana,
sin aliento mordisqueando un sueño
otro más y dos que ya se fueron
cuelga la maraña de un tedio sin remedio.



Te dio, los pataleos se tornan irreparables
al igual que la canción
porque afuera los círculos se siguen
y la función continúa
el curriculum es inútil
mejor habría que ignorar el fin,
aún así debajo de esa sábana
un sueño mordisquea sin aliento.

octubre 24, 2008

EL NEFASTO SEXISMO

Por: Oliver E. López

En la sociedad hay cosas verdaderamente desagradables para el buen convivio entre los individuos, tal es el caso de la discriminación entre géneros, ya sea la estúpida creencia en que un sexo es superior o el alegato banal de las cualidades y características “únicas” del genero, finalmente se trata de un desatino para interpretar la otredad.


Quiero asociar eso “desagradable” que mencioné al principio, con lo nefasto del sexismo. Vayamos despacio, ¿por qué nefasto? La palabra nefasto procede del latín nefastus compuesto de "ne", no y "fastus", día en que se puede administrar justicia. En el calendario romano se denominaban dies fasti (días fastos) aquellos días que era permitido hacer justicia y ocuparse de los negocios públicos, mientras que los dies nefasti, eran los que no se permitía hacer negocios públicos; también se denominaba así a los días de luto o cuando se rememoraba algún acontecimiento desagradable. Se completaban el calendario con los dies comitiales, días de los comicios y en los que no se reunía el senado. Pero la palabra nefasto hoy en día tiene otros usos más específicos, siguiendo su etimología se aplica ahora al día o tiempo funesto, triste, desdichado. También hay una acepción que se refiere al causante de todos los desequilibrios cósmicos, finalmente se aplica también a lo fastidioso, a lo desagradable, lo desventurado, y es una verdadera desventura ser sexista.


Se ha dicho ya cómo se entiende el sexismo: la discriminación entre géneros, ya sea la estúpida creencia en que un sexo es superior o el alegato banal de las cualidades y características “únicas” del genero. Cosa común en esta sociedad, se habla de la “Mujer”, “el ser Mujer”, “nosotras las mujeres” o de “los Hombres”, “nosotros los hombres”, de lo que se trata pues, es de una falsa e innecesaria exaltación del género, “nosotras las mujeres sí podemos”, “eso es cosa de hombres” o también se dan los casos de “ustedes no nos entienden”, “pero quien los entiende”. Parece ser que el hecho de encontrar efectivas diferencias de género da pie no a comprenderse y a no armonizar sino todo lo contrario, se trata de una guerra declarada, a veces con tintes de mofa, a veces la cosa va muy en serio. En este caso la otredad da paso a la discriminación, al rebajamiento de lo que es el otro. Quizá sea que el hecho de reconocer al otro no únicamente sea necesario para encontrarme a mi mismo reflejado, sino para rebajar al otro. Sabemos que en el otro encuentro de alguna forma mi ser, es decir, en el ser del otro me reconozco como otro para el otro, un perfecto espejo. Pero en el caso del tan difundido y practicado sexismo el efecto espejo de reconocimiento del otro da lugar al desprecio.


Sí, hay diferencias fundamentales entre sexos, debilidades, meritos, de unos y de otros, pero eso no quiere decir que tengamos que hacernos menos o pavonearnos de nuestra suerte de tener el sexo que tenemos, como si hubiéramos hecho la mejor de las elecciones al ser hombre o mujer. “Elegí esto restriéguenselo en la cara”.


Lo peor de todo es que incluso los que celebran la mejor de sus elecciones se encuentran entre sí, entonces vemos “el espacio para la mujer”, revistas, programas de radio o tv, facciones políticas, espacios web y un sin fin de pequeñas islas de seres orgullosos, en otros casos, muy pocos, resignados por pertenecer a un género. “El mejor sito exclusivo para hombres” el mismo caso, personas que encuentran comunión para sumarse a la bastedad de las discriminaciones. Quizá la explicación sea esa, encontrar comunión como muchas de las especies animales, y si se trata de leyes naturales, qué se le pude hacer. Aunque, ¿no se supone que nuestra sociedad esta conformada por voluntades libres, pensantes y racionales? Se supone.


El esencialismo entre los individuos, o mejor dicho, el esencialismo entre géneros, es una bobería, nada nos cuesta el reconocimiento y la armonía entre nosotros. No quiero dejar de citar unas palabras, por cierto sexistas, de Alejandro Jodorowsky a propósito del tema.


La mujer no es ningún misterio y el hombre tampoco. Cuando la unión se realiza, ya no hay curiosidad sexual; solamente los impotentes y las frígidas creen que existen “el mundo de los hombres” y “el mundo de las mujeres”.

octubre 23, 2008

Cuarenta días para no callar

Por: Oliver E. López

I

Serpiente, déjame contarte el constante aleteo
de los sueños tan pesados,
a la hora que desnuda se despoja del desespero, serpiente,
un alma que no lo es sin la tribulación.
Y partamos de la noche a la calle
para resbalar otra vez el beso que como la memoria es invención,
mientras las sábanas revueltas cobijan
el aliento de su embriaguez,
la de todos los días,
en el regazo enorme,
el de tú, mi última tranquilidad.


II

Que del silencio al ruido hay mil deseos
y tú eres el deseo,
tú que te quedaste a los 80 kilómetros por hora,
que peor tortura no merecías
que en la burla y el coraje baila el arrepentimiento,
el de los días nublados,
el de las marcas de tinta nube,
el de los orgasmos a la media noche,
los orgasmos a la media noche,
el de tú, mi última tranquilidad.

Pero callar no basta,
hace falta el verdadero silencio,
el que raspa decididamente las entrañas,
congestiona pensamientos,
anida el destino de la horrible predestinación,
el silencio que al querer volar
destroza los pechos con raíces,
como lombrices bailan y mastican este corazón.

Donde había gotas de sangre crecieron arboles,
y las raíces entrelazaron otro nombre,
otro rostro.
Donde había soledad crecieron arboles
y los frutos se cayeron insistentes
sólo tú sólo tú sólo tú
solo tu solo tu solo tu
cuando lo nublado se nublaba.


III

Del padre fue la música para distraer el hambre
y la madre dejó el hastío
para no tener otra cosa que hacer,
porque no la hay.

De la calle
los sorbos de tranquilidad a solas
y del alcohol los tragos del arrepentimiento.

Del tuyo tu rostro eterno ahí,
dejado en la piel, en el cosquilleo,
en un alzar la mirada y lamentar no ver más que estrellas.


IV

De la luna, serpiente, no se ha dicho nada, a menos que las azoteas sean lechos de fantasía, de lo contrario muertas en un inexplicable acto de civilidad, ante las cámaras, los veloces desafíos, los así llamados amigos, los que dejan su digital huella en el pergamino de la costumbre, sí, es eso, la maldita costumbre.

¿Pero los besos, no valen los besos? ¿será que también te han robado las preguntas para evadir y girar? La maquina no se cansa, es el corazón o palpitar el que aumenta, el que no se calla después de que dijo no y sí. Lo cierto es que nada se calla.

De no callar, que no se calla, ahí están las convulsiones del comportamiento. Que todo es para siempre a veces disfrazado de silencio, unas sonrisas, una masturbación sin dedicatoria, la rutina en trueque quizá por la inanición o la muerte. por qué dijo la madre al igual que el poeta: no hay otra cosa que hacer mas que lo irreparable, esperanzas en la sala de espera, y todo para no callar.


V

De viento en viento,
soplo o cosa parecida,
regresa el cabello casi dorado,
esa muñeca que olvidaste,
ese ojo que no vio más que un silencio que no era.

¿Qué hace falta para dejar la carretera por un día igual a todos los demás?
canjear los versos,
en cuarenta días no callar,
embustero de la enfermedad en cuarentena de silencio.
La noche por el abrazo,
el trago de delirio por contemplar el techo,
la diferencia
por eyacular sin miedo ni sentimientos de culpa,
el silencio por la sonrisa y el guiño seguro,
el pasado por futuro
teniendo en cuenta que el pasado es
y el futuro es.
La rutina del camino a la muerte con todo pagado
por cuarenta días para no callar.


VI

Serpiente, regresa
ahoga más de ruido el falso silencio,
lo sé,
para qué tanta poesía
si es la misma derramada como nube que derrama
gotas iguales a las gotas similares a las gotas
que se parecen a las gotas y que son mismas gotas.
Para qué poesía, tanta misma en ese terrible cyber aleph.
Lo único que verás, serpiente,
el reflejo de cadáver,
no pasado ni presente,
sino la desnudez de los huesos que implica
derramar versos y versos.
Para que poesía
si han pasado cuarenta días sin callar.