abril 21, 2008

De tres en tres

Por: Oliver E. López

I


De tres en tres

y de más en más

se pierden las ganas,

se deja al olvido

atormentado de días

cualquier otro.

Una,

la noche en color de piel

como para colgar estrellas

andar andar,

sostener en el rincón bajo la escalera

el diálogo fugaz fermentado en risas

dialéctica de cantina.

La noche se hizo más al séptimo trago

levantado entre la recóndita cantera

que en relieve graba

las mordidas en la espalda,

el calor de semen esparcido en el abdomen

o guardado en cáliz de pasado.

La noche se hizo más,

las saliva fue mas vino,

el placer fluía

de la cama a la ventana

¡He ahí un culo

con todas sus partes

perfecto y palpitante

guiñando de placer

por la fiesta de las lenguas excesivas

y la excitación!

Es tuyo

siempre ha sido así,

fue guardado en una caja

de tiempo, inclemencias y deseo,

ha sido el deseo.


II



De tres en tres nos vamos,

de la noche a la cumbre

de los tantos metros más allá del mar,

cerca de las aves invernales,

sonámbula,

que tus manos además del cuerpo

son para perderse,

arribar y navegar por carreteras

previas al forniqueo,

a lamer las pieles tibias,

jugar a los suspiros de la lengua,

sabor a más deseo.

Olvidar el títere que soy

de lunes a viernes

de cada semana hallado en el olvido,

los hilos perdidos

el juguete sin quien le juegue.

Pero llega la claridad,

la de tus ojos,

la de tu piel,

la de tus ganas de revolcar

hasta el último hueso que soy

en simple metro cuadrado.

Títere de palo

arrojado al fuego

por desaires del oráculo.

También los senos en cerveza,

lengua camina

refrescando poros y vellos,

saliva que marca un recuerdo.



III



Tres

fueron las veces que perdiste el juicio,

te encontré,

vestido rasgado y lágrima en espera.

Tres cuchilladas a este trapo de mortal.

Tres besos,

tres orgasmos

y de ahí a la pureza infinita

de sólo contemplar los sonidos

en la quietud de la montaña que compartimos.

El tres

que forman tus nalgas

tirada en esa piedra,

el tres

que deja ver al interior de tu sexo

siempre húmedo,

celoso, frágil,

tres

los segundos que dura el eterno abandono.

(cuánta soledad...)

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