agosto 06, 2006

LA ESPERA Y LA ESPERANZA


La humedad corroe tanto tu alma como la habitación. Las lluvias de afuera no han parado, los diluvios internos deslavan tu tranquilidad.

Te encuentras solo rodeando de papeles que cada día se humedecen más junto con tus recuerdos hasta que se deshacen o quedan arrugados y descoloridos.

¿Amnesia literaris? más bien amnesia de la pluma. Amnesia calamo. Vendiste tus horas malas por unos cuantos días de amor, cambiaste tu genio por la gramática.

Adornaste las paredes con tus temores y tus segundos de placer, que es eso: segundos aparentemente largos, por eso nos regocijan, porque la vida son segundos que se van y el placer aplaza esos segundos. Colgaste tus llantos y la eterna espera se esfumó.

¿Alguien te robó las utopías o las perdiste como pierdes el tiempo tendido en esa cama, en ese pequeño universo de cuatro esquinas disfrazadas de habitación.

La utopía existe entre la espera y la esperanza y a ti sólo te queda la espera sin esperanza.

Se humedece todo cada día más, la lluvia se adueña de tu cuarto, la has dejado entrar: moja tu cuerpo, tus ideas, tus ganas. Todo se moja y muy pronto caerás enfermo entre tanta humedad. La peste delatará tu muerte y cuando todo este seco, quedarás olvidado.

Asuma un ojo por la rendija de la puerta y observa cómo el mundo sigue, hay vida todavía mientras esperas y esperas sin saber qué.

Lo sabrás cuando haya pasado y sigas entre la humedad esperando sin esperanza.

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